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sábado, 2 de junio de 2012

La guadaña de la parca

Tan insignificante y pequeño se siente un hombre, cuando engañado y estafado se ve, por un gobierno de adineradas almas, oscurecidas por la ignorancia y la avaricia, que impasibles ven como el que no tiene, quiere pan, y el que tiene pan, gruñe como las hienas cuando el vecino se acerca, suplicando clemencia y caridad. El inquisidor aprovechado esparce el veneno de la ira en los corazones de los puros, ayudado por la inclemente desfachatez del puño del poder... Por mi parte, deberian arder todos en el fuego de la inmundicia eterna, pagando con sus lagrimas todos los errores cometidos, tan adrede que la desfachatez se hace imposible de tragar...