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sábado, 16 de noviembre de 2013

Pueblo hundido

Hace un puñado de años la economía sucumbió, bajo la opresión absurda del avaro opresor. El cual como títeres nos maneja, y sin ser suficiente, hasta de los tejados robar quieren las tejas.
Nos recortan sanidad, sueldos, y cultura, sin tener en cuenta que al morir, todos quedamos a la misma altura.
No soporto las mentiras, más cuando evidentes son y como a tontos nos las tiras.
¿Hasta cuanto soportaremos esta situación?...
Mi nombre es Javier Candelas, y hoy quiero gritar una vez más, (y en nombre de tantos otros que ya no pueden hacerlo desgraciadamente), a nuestro sistema, y nuestros políticos un ¡basta ya!
Basta ya de mangonearnos, basta ya de chulearnos y recortarnos en educación para convertirnos en borregos y podernos manejar mejor, basta ya de arrebatarnos todo el sudor de nuestra frente por el que tanto hemos trabajado, y que tantas penurias hemos pasado para conseguir nuestras pocas posesiones.
Os dais cuenta de la deshonra que le estáis trayendo al país, pero os da exactamente igual. Os conformáis con lanzar cortinas de humo para que miremos para otro lado, mientras seguís llenando vuestros bolsillos de nuestro dinero, y viendo que no es suficiente, también privatizáis hospitales, recortáis pensiones, subís impuestos, quitáis ayudas... en fin... casualmente todo lo que no os afecta a vosotros.
¿Por qué no tocáis vuestros sueldos?, ¿por qué no tomáis como referencia otros sistemas políticos donde cada político se dedica a sus funciones después de cerrar su negocio y no hay tanto mangante?, ¿por qué no os quitáis tres de vuestros cuatro sueldos que la mayoría tenéis?, porque aún así, os seguiría quedando un buen sueldo que la mayoría de nosotros ni siquiera llegamos a soñar.
¿Y qué pasa cuando os cansáis de la política?, porque renunciar no renunciáis desde luego, y como el pueblo no os puede echar a la primera de cambio como en otros países... Claro, es más fácil tomar posesión de un cargo de asesor en cualquier multinacional desde la cual seguir controlando el país desde las sombras, subiendo las facturas del agua, la luz y todo lo que os venga en gana.
Dicen que Dios aprieta, pero no ahoga, pero la pequeña diferencia está en que vosotros sí que ahogáis, sin miedo, sin compasión, sin miramientos de ningún tipo. Os habéis construido un arca de Noé, donde habéis embarcado a vuestros más de ciento cincuenta mil enchufados, ya sean amigos o familiares, y dejáis impunemente que los demás nos ahoguemos en las frías aguas de la pobreza, luchando entre nosotros mismos como ratas, por sobrevivir, por un maldito trozo de pan.
Llevo tiempo en paro, y miro a mi alrededor con tristeza, donde veo que hay gente que está aún peor que yo. Gente que lleva mucho más tiempo sin cobrar ni un duro, y aún que lo hagan, cobran al mes lo que vosotros os gastáis en unos míseros zapatos, o una corbata, pagados por supuesto con la sangre del pueblo, de un pueblo que os odia a muerte, de un pueblo cansado y desgastado por vuestras falsas promesas de felicidad y austeridad que nunca llegan a convertirse en realidad.
Toda la destrucción que estáis provocando, caerá como un mazazo en vuestras conciencias, cuando este deshecho pueblo se canse de verdad y no pueda más. Cuando la miseria recorra las calles más rápido que vuestros coches de alta gama pagados con el dinero de las arcas del estado. Cuando este pueblo realmente no pueda más, irá a por vosotros, y dará igual en que castillo o fortaleza os escondáis, dará igual cuan gruesos y altos sean vuestros muros, porque habréis conseguido algo que no creéis que llegará a pasar, y es que el pueblo que tanto os admiró en su día, se volverá en contra vuestra, y sin ya nada que perder, solo nos quedará arrebataros  vuestro poder con el que tan seguros os sentís.
Queridos políticos, esto no es una amenaza, solo es una realidad que muchos de nuestros conciudadanos ansían.
Seguid así cuanto queráis, pero recordad que en el momento en que nos quitéis lo poco que nos queda, ya no seremos un pueblo dividido como queréis que seamos, sino, un pueblo unido, y lo que es peor aún, enfurecido y lleno de rabia.
Se os piden las cosas por compasión, y no hacéis caso. Se os exigen por derecho, y también hacéis caso omiso cuando es el pueblo el que os lo pide, pero... ¿qué hacéis cuando es el gobierno alemán o el parlamento europeo? Pues lamerle cierta parte que no viene a cuento mencionar.
Claro que si, les conviene hacerlo por la deuda contraída, y al paso tenerlos contentos para seguir en sus puestos de "cobrar sin dar un palo al agua". Me marco un viaje por aquí, me compro unos trajes dar bien en cámara por allá... (Todo a costa del contribuyente claro está).
Y así seguimos, estupefactos al ver como os comportáis como niños, pasándoos la pelota del uno al otro, con el fin de definir quién queda al final como el bueno o el malo de la película. ¿Sabéis que hay gente que eso no le preocupa?, ¿sabéis que nos es indiferente cuando rebuscamos en los contenedores, con la única preocupación de satisfacer la más básica de las necesidades, como es el comer un día más?
Trato de imaginarme que debe pensar una persona sin escrúpulos, cuando tiene toda la vida, (y la de su familia y amigos), solucionada por generaciones, a costa de los suicidios de la gente desahuciada, del sudor del que aún tiene suerte de tener un trabajo,  (mal pagado y con posibilidad de que te echen a la calle con una mano delante y otra detrás gracias a la magnífica idea de abaratar los despidos), a costa también del que tan encerrado se ve, que su única salida para sobrevivir un día más es pedir en centros de Cáritas, y eso adornándolo mucho, porque también hay gente que con las escasas ayudas que se dan, tampoco llegan a cubrir el derecho que todos tenemos a comer todos los días, ni que decir tiene, una vivienda digna, la cual se ha convertido en un sueño bastante lejano para la gran mayoría.
Después de mucho esforzarme, no logro imaginarlo de ninguna manera. Solo veo un futuro negro para estudiantes con carreras recién terminadas, que huyen despavoridos al extranjero para poder ganar dos duros, para ancianos que nunca podrán dejar de trabajar, pasando de quitarse la ropa de trabajo, a ponerse un pijama de madera.
Da vergüenza ajena, ver como vuestra hipocresía llega sin pudor alguno, a límites tan insospechados que rozan la irrealidad.
Sé que lo que estoy haciendo, probablemente no os llegará, y aún que así sea, no lo leeréis, y en el hipotético caso de que si lo hagáis, seguiréis jugando a ser niños, dejando que os entre por un oído, y os salga por el otro.
Yo mantengo la esperanza de que llegue a los oídos del pueblo, de mi pueblo, no del vuestro, ya que carecéis de él y de su voluntad. Solo contáis con vuestras propias leyes que cambiáis a placer según os conviene, trozos de papel, que el día de mañana se mojarán y no tendréis nada más con lo que defenderos.
Algún día os daréis cuenta realmente de lo que pesan todos vuestros delitos y malas acciones en la conciencia.

Que Dios nos coja confesados...

sábado, 1 de junio de 2013

Y la luz entró

Es difícil comprender una dañada mente, un sentir sin sentido de una vida vacía de color, ahogada en un pozo de melancolía, donde las penas se mezclan con agonías, avivadas por el virulento despertar de la ira, y el llanto mudo que anuda mi garganta. 

 Frágil soy, como la hoja que arrastra el viento, como la voluntad del niño perdido en el frondoso bosque, a pesar de una apariencia ruda, dura como la roca, grandiosa como la montaña. 

 Cernido todo mal sobre mí, poso mis manos en mi ya cansado regazo, desesperanzado por no encontrar la senda de tal rectitud forzada. 

 No hallo en mí un atisbo de absurda felicidad, ¿dónde más puedo buscar? Fariseos deseos de grandeza turban mis filisteos sentimientos. 

La noria gira rápido, difuminando imágenes que creí reales, que solo son sueños enredados en una amarga tela de araña. 

Confundido caminaba por la vida, siempre en dirección a la más amarga de las penumbras, donde quedo sentado en un rincón, sin querer moverme, sin querer vivir. 

De repente, un sonido extraño llama mi atención, alzo la mirada y con ella busco en medio de la oscuridad. 

Poco a poco mis ojos se acostumbran al blanquecino resplandor, que se abre paso en mi ayuda, hasta que finalmente, la luz entró…

domingo, 3 de marzo de 2013

El tañer de las campanas


El tañer de las campanas anunciaba el lento caminar de un lúgubre vehículo funerario, seguido de un séquito de mujeres que más que familiares del difunto, parecían plañideras impagadas, llorando más a un sueldo inexistente que al propio muerto.

Con paso lento, pero firme, anduve tras aquel carruaje largo rato, intentando explicarme a mi mismo como había podido llegar a esa situación, sin ni si quiera conocer al difunto.

Mi alma lloraba en silencio, mientras mi sonrisa no dejaba ver lo que el fondo del pozo ocultaba. Aquella no era más que la primera de una consecución de muertes, de las cuales yo era consciente.

No deseaba estar allí, no deseaba que aquello sucediera, pero vosotros lo quisisteis así, a pulso os lo ganasteis y así vuestro destino fue sellado.

Ya en el interior de la catedral, el retumbar de la voz del capellán se hacía eco en las arqueadas cúpulas que presidian lo más alto de la construcción. 

Las gentes que ocupaban los primeros bancos de la basílica, susurraban rezos casi inaudibles, mientras los de más atrás movían los labios solo fingiendo rezar a un Dios totalmente desconocido para ellos. Yo, desde mi posición de observador, me limitaba a estudiar la ignorancia de la gente. 

¿Como se comportan los humanos cuando no saben lo que se les viene encima? Cuantas lágrimas y lamentos por un solo difunto, tan insignificante como un grano de arena en un inmenso desierto, un envase frío y yermo, pulcro en su haber, pero vacío al fin y al cabo.

Mil almas descarriadas hoy, un millón mañana… La cuenta no para de sumar candidatos. La corrupción se ceba con cada uno de ellos, y poco a poco el apocalipsis va llegando inexorablemente.

En ese momento me sentí poderoso, como si fuera un Dios, cuando simplemente era un mensajero. Mensajero del caos, de la destrucción que ellos mismos habían provocado, pero mensajero al fin y al cabo.

A partir del día siguiente las órdenes que recibí empezarían a cumplirse en forma de profecías, y ya no habría vuelta atrás, no habría lugar donde esconderse, ni tiempo a redimir los pecados que ya fueron cometidos. ¿Por qué no se arrepiente uno antes de cometer dichos pecados, y no después?

Al día siguiente, cuando el sol estaba en lo mas alto, y sin que nadie se percatara en los primeros momentos, éste empezó a pintar una luz roja, casi incandescente, calentando el planeta por momentos, haciendo sudar e incluso desvanecerse a mas de uno.

Las campanas de las iglesias empezaban a replicar una llamada de socorro en favor de los desfavorecidos. Llamaban a los que anduvieran por la calle, ofreciendo cobijo, alimentos y cualquier tipo de ayuda.

Demasiado tarde se dieron cuenta de que no había solución. Los rayos del sol no solo penetraban en la piel, también se colaban en los pulmones, calentando el aire que respiraban, y a su vez las entrañas de todo aquel que se hacía llamar ser vivo.

Como por arte de magia, las combustiones espontáneas comenzaban a quemar papeles, a arrugar bolsas de plástico y a derretir materiales débiles.

El principio del fin había llegado. Políticos corruptos, empresarios avaros que manipulan a la gente para conseguir más dinero, delincuentes de guante blanco, ladrones de poca monta, violadores, asesinos en serie, infieles a sus mujeres, fulanas de esquina y de tarjeta. Mire donde mire, hay un alma perdida y descarriada.

Solo soy un mandado y muy a mi pesar, tengo que cumplir con mi cometido, un cometido que las mismas personar han provocado.
La humanidad llegará a su fin, porque no habéis sabido cuidar y mantener el paraíso que se os ha otorgado.

La agonía será larga y las campanas comienzan a tañer por última vez…

domingo, 6 de enero de 2013

Contra viento y marea

Titánicos esfuerzos provocados por un amor verdadero, dan sus frutos a dos almas antaño perdidas en mundos diferentes. Dos luces del cielo que sin duda caminaban separadas, ahora se encuentran en el cruce de caminos al cual llamamos vida. Demasiadas lágrimas fueron derramadas, momentos en que la sangre hervía y la impotencia jugaba un papel destructivo importante. callejones sin salida, fundados con el único motivo de hacer daño a quien no se lo merece. Trascendentales parámetros obviados por la sencilla razón de tener una mente cerrada a lo desconocido, son lo que provocan las incongruencias de negar la evidencia de un amor juzgado, antes incluso de ser conocido. Lástima han de darnos aquellas pobres gentes que no entienden las culturas mas allá de dos palmos tras sus propias narices, y hemos de ayudarlos a comprender poco a poco que dos estrellas de galaxias lejanas pueden ser atraídas la una a la otra solo por la fuerza de la gravedad. El tiempo ha jugado sus cartas y el final feliz ha cuajado en un pequeño mundo donde lo inevitable sucede sin más razón que el amor.